El 10 agosto nos reunimos a conversar acerca del cuento de Elena Garro “El zapaterito de Guanajuato” Hablamos de su vida y coincidimos en que en el relato de toda vida hay algo del orden de la fabulación.
El cuento relata la odisea de Loreto Rosales, un hombre de 82 años que empujado por la pobreza se dirige a la ciudad de México con su nietito Faustino a vender el producto de su oficio : zapatos. En ese andar un hombre le roba el par de zapatos a vender. Buscando al protagonista de su desgracia se encuentra con una mujer “Blanquita” quien le ofrece asilo en su gran casa con empleadas. Loreto prontamente descubre que esta dama también vive en la pobreza.
Nos detuvimos y conversamos sobre varias frases del texto: “la vergüenza del hambre me hacía caminar sin ver por dónde pisaba”; “No me avergonzó su caridad. La hacía con enojo, como si ella tuviera la culpa de mi triste situación”; “¿Qué será e nosotros sin un alma que nos mire?”; “Siempre he dicho que tanto el hombre como la mujer siempre se venden por sus vicios” ; “Me fui hasta sin despedirme, porque hay veces en que no despedirse es de más cortesía”. Ubicamos la diferencia de los modos de los cuerpos para andar por la ciudad: Parejas que se besan en público, piernas y brazos descubiertos, mostración. La ciudad parece ajena a la tristeza pero ni bien dos comienzan a hablar y a escucharse se descubre el dolor y el desamparo.
Nos dijimos que andamos por la vida, haciendo con las furias del poder, gracias al lazo con el otro. La solidaridad nos entrega un espacio posible. Sentimos que Loreto y Blanquita establecieron un vínculo cuando pusieron en el tapete la vulnerabilidad de cada quien. Solo desde lo vulnerable podemos hablar.
Y entre todxs hicimos este texto para dejar un escrito con el tono de los mensajes en las botellas arrojadas al mar.
La próxima reunión es el sábado 14 de septiembre con otro cuento de la fantástica Elena Garro.