Leí el libro “ Nihilismo con piel de lobo – Nietzsche frente al neoliberalismo” del filósofo Diego Singer (editorial Las cuarenta).
Ha sido una de las lecturas que me acompaña a pensar esta coyuntura, a vislumbrar la posibilidad de otro porvenir, a detenerme más allá de la información que no cesa de no interpelar.
Me permito entonces compartir algunas reflexiones de este gran y genuino libro sin ser una entendida en ninguna materia pero siendo una lectora atravesada por la ferocidad de las cifras.
El texto se dirige según mi entender a evaluar el presente a partir de una sensibilidad nietzscheana. Eso le permite pensar al neoliberalismo como un dispositivo de producción de una subjetividad que el autor llama “empresario de sí”. Un sí que lo deja solo, sin colectivo, aislado, debilitado y por ende preso de una demanda infinita que puede provocar el sentimiento de fracaso, impotencia e insuficiencia. Lo cual se verifica en la preponderancia de ciertos síntomas psíquicos: depresión, agotamiento, estrés mórbido. Pero también se despliega en la aceptación y exaltación del humano exitoso como modelo universal adaptado a las reglas del mercado que adopta como modo de vida la competencia con el espíritu del cazador insaciable . En esta coyuntura todo lo humano se reduce a términos de negocio, ganancia y medidas financieras. La inversión por encima de lo invaluable de la vida. Estos reduccionismos culminan en un debilitamiento de las fuerzas de afirmación de lo vivo. El individuo, es un yo jaqueado y débil que se anestesia o excita artificialmente para continuar en carrera .
Durante todo el recorrido del libro, el término sujeto o subjetividad se entiende como una configuración pulsional y no como un fundamento metafísico. Entonces la subjetividad es planteada como un efecto, una respuesta y no un origen que establece un modo de vida. Por ende el sujeto es abierto y pasible de movimiento y transformación. En nuestro presente se instaura “ un tipo de productividad dominante que impide el despliegue de otras formas de sensibilidad”.
El planteo además hace hincapié no solamente en los aspectos que el neoliberalismo destruye y niega (des-regulación, aniquilación de los convenios colectivos, etc) sino también en lo que produce. El sujeto del neoliberalismo no es un hedonista, es un combatiente, un competidor, que se ve justificado y premiado en su crueldad o en un hacer despiadado con tal de vencer.
Desde esta perspectiva no hay nada por fuera del mercado, toda peripecia es una puesta a prueba de la confianza o una verificación de la insuficiencia de esfuerzo. Así el fin es ser “PROPIETARIOS”
En cambio la propuesta nietzscheana presenta una alegría efecto de no estar atados a lo propio.
Es importante estar advertidos de que el arte y la cultura no son aparatos de divertimento ni piezas o efectos de una máquina comunicacional. Las emociones y los vínculos no se gestionan como habilidades empresariales. La lengua, el deseo , las pulsiones son fuerzas mucho más complejas que el artificio estímulo – respuesta.
¿Cómo evitar que la época impida que nazca lo nuevo? Quizá con un modo intempestivo, inactual, un ir en contra del mandato hegemónico naturalizado apelando a una fuerza creativa involucrada en la historia nos permita abrir un porvenir en otro sentido.
Uno de los mandatos naturalizados es “no ser mandado por nadie” entonces el autor nos deja una pregunta: ¿Cómo puede haber un pueblo, un movimiento común de la vida en una dirección determinada, si no hay una voluntad colectiva que exceda la libre voluntad individual?”
Es necesario volver una y otra vez al termino LIBERTAD porque nuestro sistema “ no busca hacer respetar la libertad natural, en todo caso, la produce, la administra y la consume”. “La libertad del mercado del trabajo requirió la producción de trabajadores competentes impidiendo su organización política” o comprando la que había.
Este sujeto económico por ser un sujeto del interés abandona y desprecia al sujeto de derecho. Entonces queda como un sujeto de miras cortas y horizontes limitados por la cifra y el intercambio.
“Dejarse afectar el corazón por lo que no puede ser evaluado con el patrón de la capitalización es lo único que puede ayudarnos a despejar el porvenir, quizá de este modo podamos vislumbrar otras tierras”.