Hoy dejo en audio el poema Operaciones de Juan Gelman y transcribo el comentario que escribe acerca de este poema la poeta y psicoanalista Cecilia Collazo. Dicho texto pertenece a su bello libro «La rosa de cobre // Psicoanálisis y poesía» editado por Letra Viva.
Con amor a Gelman y profundo respeto a Cecilia.
Majo Bozzone
«He aquí la poesía de Juan Gelman, quien no necesita presentación personal. Sólo diremos que es un gran poeta argentino, que nació en 1930 y falleció en el mes de enero del año 2014.
¿Pero que nos dice en esta poesía? Al leerla por primera vez, si no nos detenemos en el contenido de sus palabras, parece hasta un poco delirante. La segunda vez que osamos leerla encontramos en esa instancia el amor y el respeto de este autor por la poesía. Hay aquí una cuestión, introduce en la poesía misma la operación de desmantelamiento, de desguace o asesinato de la academia, volviendo esa operatoria opaca, pobre, bruta, embrutecida en la palabra que mata el espíritu del poeta que tiene tanto para decir, tanto para expresar, que vale la pena más bien no operarla.
Juan Gelman se las arregla para salirse con la suya cuando pasa de Juan Ramón al relato de su novia, como introducido por una asociación libre, que va de la búsqueda de lo académico por un gran escritor, en este caso Juan Ramón Giménez, al verdadero sentimiento del poeta hacia su novia y el ardor que ésta le provoca. No permite, por más que describa la operación académica, que ésta destruya al poeta en su poema. Defiende al poema durante toda la poesía, para declarar al final del mismo que «miraban mancos su mudez», metaforizando que se han quedado sin manos y sin palabras ante la poesía que sale for- talecida de dicha operación. Y nos dice: «la poesía recta como la espada del camino», logrando su cometido cuando puede hacer que la misma llegue al «destollóse/desencebollóse/laureóse/ echóse a andar».
Si bien los recursos técnicos y retóricos emanados de lo académico son necesarios para que el poeta bien escriba, Juan nos dice que la poesía no es eso, que ella está en otro lado que el cumplir con nuestros ancestros poetas, o con la rectitud de lo obligatorio que no hace a un poema.
La poesía está en otra parte y si no se llega a ese otro lugar, las reglas terminan siendo vacías, pura obligación superyoica, sin contenido que toque el cuerpo. Que es a lo que se dedica un poeta, a tocarle el cuerpo al lector, dado que ha sido el mismo poeta con anterioridad el tocado en su propio cuerpo para poder decir eso que dice.
Quisiera destacar además el uso que hace Juan Gelman de los diminutivos que aportan ternura al contenido del poema, así como también la falta de mayúsculas al inicio de cada verso y de los nombres propios (que deberían llevarlas), escritos así totalmente adrede mostrando que la poesía se sale de la regla y bien puede manifestar sin éstas su sentimiento más puro, impacto que ya de por sí lleva la armadura de la palabra. Claro y es cierto que la poesía alguna regla tiene que tener para no des- madrarse. El poeta, por más que se desprenda de ellas, porque valora su piedra preciosa más allá del frasco en que se la pretenda poner, siempre cumple con algunas.»