El sábado 9 de mayo leí el cuento «El Laucha Benítez» de Ricardo Piglia. Dicho texto fue el disparador para reunirnos via zoom pero con la calidez y apertura de «El Andén, espacio de arte y psicoanálisis» de Elisa Franz, Esteban Owen y Ludmila Owen, a las 17 hs.
Cada uno con su mate o su infusión preferida, con la apuesta al lazo, así este aislamiento social preventivo y obligatorio no se replica en lo psíquico.
Originalmente este cuento escrito y publicado en 1969 se tituló «El Laucha Benitez cantaba boleros». Piglia, en sus cuentos hace sentir la afirmación de Deleuze: «La salud como literatura, como escritura, consiste en inventar un pueblo que falta. Es propio de la función fabuladora inventar un pueblo». Dar voz y vida a aquello oculto, a lo que la Historia no cuenta.
Este cuento narra con sutileza pero con erotismo y amor el encuentro de dos hombres boxeadores, de uno solo conocemos su apodo «Vikingo» que no denota la extranjeridad de si que porta, del otro su apellido y su final.
Gracias a Elisa, a Charly, a Enriqueta, a Patricia, a Dana, a Dolores, a Natalia, a Juan , a Eduardo, a Alejandra por haber hecho esta Juntada con olor a Piglia
Majo